jueves. 28.03.2024
La afición del Metropolitano, orgullosa de su equipo / ATM
La afición del Metropolitano, muy orgullosa de su equipo / ATM

No es la primera vez que el diseño de una camiseta genera polémica entre los atléticos. Ya hubo comentarios negativos con la de la pasada temporada y en general los ha habido cada vez que el diseño no ha mostrado unas impolutas y simétricas rayas rojas verticales sin más aderezos. Esta vez la curvatura de esas rayas ha generado un movimiento de oposición que el club tiene muy complicado frenar.

Pero no son sólo las curvas. Para buena parte de la afición, torcer las rayas es la gota que desborda un vaso lleno de agravios, desde el cambio de estadio y de escudo a la simple presencia de sus dirigentes en el palco. Da la impresión de que, entregados al marketing y la internacionalización de la marca Atleti, los máximos dirigentes del Atlético no ha calculado bien las consecuencias de torcer una tradición en un contexto en el que la falta de dinero para fichajes o la polémica de la placa de Courtois han calentado el ambiente.

LA APROPIACIÓN DEL CLUB

Partimos de una marejada de fondo: parte de la afición ni perdona ni olvida la apropiación indebida del club por parte de Jesús Gil y Enrique Cerezo, sentenciada por la Audiencia Nacional, y por las que fueron absueltos por el Tribunal Supremo al considerar prescrito el delito. Esos aficionados considera a los dirigentes una especie de okupas. La tensión con el palco fue alta el período anterior a Simeone, con los malos resultados y el descenso. En cambio, desde la llegada de Simeone (una acierto indiscutible de esos mismos dirigentes) hay una cierta paz social cimentada en los resultados deportivos que ha conseguido el entrenador argentino. Aún así, de fondo continúa la no aceptación de los dirigentes por parte de un sector de los socios que ponen en cuestión cualquier decisión del palco que, a su juicio, vaya en contra del espíritu y los valores más auténticos del club.

EL CAMBIO DE ESTADIO

En ese sentido, el cambio de estadio fue un duro golpe. La operación se remonta al 12 de diciembre de 2008, cuando los responsables del Atlético y del Ayuntamiento de Madrid firmaron un convenio por el cual el primero cambiaría de estadio y se trasladaría a lo que entonces conocíamos como La Peineta,  sobre cuyos terrenos el club estaría obligado a construir un campo de fútbol que sirviera a la vez de Estadio Olímpico. A cambio de estos nuevos terrenos el Atlético firmó el derribo del Estadio Vicente Calderón para soterrar la M-30 y construir viviendas.

El cambio al nuevo estadio no fue fácil. La gerencia se empleó a fondo para que el fin del Calderón fuera lo menos traumático posible, liderando iniciativas como el homenaje final, el regalo a los abonados de su asiento o la subasta de piezas del estadio. Aún así el golpe moral fue fuerte.

Sin embargo el traslado al nuevo Estadio Wanda Metropolitano, inaugurado en 2017, no sólo no causó la temida merma en la asistencia al estadio y en la compra de abonos sino todo lo contrario. Diariamente van al estadio más aficionados de los que cabían en el Calderón y los ingresos por todos los conceptos son muy superiores, más allá del prestigio internacional de tener un estadio moderno y adaptado a las últimas tecnologías. Independientemente de las evidentes ventajas económicas que suponen las nuevas instalaciones, aún se mantiene arraigada la nostalgia del antiguo estadio en el que los atléticos han vivido muchas alegrías y no pocas penas.

EL CAMBIO DE ESCUDO

En diciembre de 2016 se anunció el cambio de escudo por sorpresa, haciendo coincidir dos cambios radicales en los símbolos rojiblancos: el estadio y el escudo. Quizá buscaran soportar la polémica de una sola tacada o quizá fuera un error de cálculo. El caso es que ahora ambos escudos conviven entre la afición aunque un sector numeroso de aficionados no ha dejado de exigir la vuelta del antiguo con el hagstag y el grito de guerra #elescudonosetoca. Un sector más radical de la afición empieza incluso ha mostrar cierta desconsideración con aquellos aficionados que compran o visten lo que llaman despectivamente “el logo”, generándose un cisma también dentro de la propia afición.

Consciente de la sensibilidad de los aficionados con sus símbolos, el club no deja de hacer guiños tratando de empatizar con su masa social. Ahí están los homenajes a los grandes jugadores, los anuncios con los que Sra. Rushmore refleja a la perfección el sentimiento rojiblanco, la instalación de hitos en el Metropolitano (además de lo que implica este nombre) como el oso y el madroño, el avión del Atlético Aviación, la Avenida Luis Aragonés y, a diario, con una muy acertada política de comunicación en redes sociales. Sin embargo, en ese empeño también se han cometido groseros errores.

EL PASEO DE LEYENDAS

Es el caso del Paseo de Leyendas, otro de los guiños con los que el club quiso vincular el nuevo estadio con la historia de un club legendario. Pero se le ha vuelto en contra. Desde el primer momento se puso en cuestión que el mérito para estar en ese paseo fuera únicamente el número de partidos disputados con la rojiblanca (100). El club pretendió ser lo más objetivo posible pero ese criterio dejó fuera a auténticas leyendas y, en cambio,  concedió la placa a jugadores intrascendentes. Y lo que es peor, a otros que con el tiempo han despreciado al Atlético de Madrid. Es el caso de Courtois, cuya placa fue destrozada por desconocidos y repuesta inmediatamente por el club. Todo después de unas irónicas declaraciones de Enrique Cerezo 'animando' a que alguien fuera a retirarla con un pico y una pala. La reposición de la placa ha vuelto a enfrentar al club con parte de la afición que reclama poder participar en este tipo de decisiones que afectan a los símbolos, valores y tradiciones del club. Ahora esa placa de Courtois tiene que ser vigilada por la seguridad del estadio, es objeto de desprecio por unos, y lugar de peregrinación de aficionados madridistas. Un completo despropósito.

LA AFICIÓN SE ORGANIZA

La contracamiseta

El caso de la camiseta ha sido el detonante. Desde las redes sociales han surgido diversas iniciativas a contracorriente del club. Con el hagstag #contracamiseta muchos aficionados están promoviendo la compra de una camiseta alternativa, clásica, de rayas rectas, golpeando en la línea de flotación del merchandising del club.

Comunicado de las peñas

Cerca de un centenar de peñas se ha adherido ya a un manifiesto que se pretende entregar al club el 20 de junio y que está distribuyéndose entre todas las asociaciones y colectivos rojiblancos. En él hacen varias peticiones al club: usar la Oficina Virtual del Socio para votar el regreso del escudo antiguo, que el club respete la imagen tradicional de la camiseta de rayas verticales, que se cambie el nombre del Paseo de Leyendas por Paseo Centenario y que se pueda votar para eliminar la placa de Courtois.

La Unión Internacional de Peñas

La Unión que agrupa a cerca de 300 peñas rojiblancas ya solicitó al club en 2019 que se permitiera a los socios decidir en votación el regreso al antiguo escudo, entre otras iniciativas. Ahora se suma a la iniciativa del manifiesto y se ofrece como mediador en esta situación solicitando al club una reunión para tratar de llegar a un acuerdo que rebaje la tensión.

ENTRE EL MARKETING Y LA TRADICIÓN

Hace una semana, el presidente Enrique Cerezo se desmarcaba de las decisiones sobre la camiseta, como si no tuvieran la última palabra. Lo dejó todo en manos del 'marketing'.

El club no dice nada, el club tiene que estar a la altura de todos los eventos sociales que tiene durante el año, los partidos oficiales, los partidos que se jugaban antes en verano.. y yo creo que tiene que estar de acuerdo con ésto. Entonces hay un marketing que dirige todo esto que ha aceptado que la camiseta de este año sea así, y que a mí me da la impresión de que es absolutamente igual que la anterior aun con la pequeña curva del río.  A mi personalmente me gusta. (Enrique Cerezo, 8 de junio, en Telemadrid)

Por otro lado, Gil Marín declaraba sólo un día después en el Summit LIGA Mx 2022, que su papel es lograr el éxito del club a nivel deportivo y económico pero sin defraudar a una afición que tiene sus valores y tradiciones.

 No puedo defraudar, debo dar un rendimiento y ser eficaz a nivel deportivo y económico pero no puedo obviar a la afición. (Gil Marín, 9 de junio)

La encrucijada es clara. Los dirigentes del club tratan de situar al Atlético entre los mejores equipos del mundo, en un mundo globalizado en el que los equipos son empresas que compiten en el mercado exterior. Posicionarse bien en lo que comúnmente llamamos fútbol moderno. También son conscientes de que para los aficionados del Atleti su club no es una marca comercial, un producto de exportación. Para muchos atléticos el Atleti es parte de su vida, su familia, su idiosincrasia, una referencia vital para afrontar tanto los éxitos como las dificultades y las derrotas.

No quedar descolgado del futuro del fútbol y no arrebatar a los aficionados, en ese proceso, la esencia del club es el difícil equilibrio que tiene que lograr Miguel Ángel Gil. Quedar descolgados de la élite en aras de mantener las tradiciones no parece el camino de la felicidad. Renunciar a la esencia para lograr ese éxito está condenado al fracaso porque en las malas a este club sólo le sostiene la afición, como se vio en las dos temporadas en el infierno de la segunda división. En el intento de lograr ese equilibrio son demasiadas las situaciones que se han podido manejar de mejor manera. Ahora la afición protesta y exige, y parece llegado el momento de que el club cuente de forma seria con ella.

No solo una camiseta: guía para entender el cisma abierto en el Atlético