No se esperaba del Atlético de Madrid otra cosa que no fuera ganar frente al RCD Mallorca. Y ganó. La exigencia de celebrar el 120º aniversario de la fundación del Atleti planteaba una dinámica inexcusable de victoria en el Metropolitano -otro nombre de estadio legendario-, de modo que los rojiblancos (hoy de azul y blanco, los colores que vistió históricamente el equipo por vez primera, tras su fundación), no tuvieron otra opción que vencer.
Sin embargo, la cita con la historia pudo haberse trastocado, porque el Mallorca se adelantó (0-1) cuando el partido sólo se adentraba en el primer tercio de la primera parte y un despiste defensivo en bloque de la zaga atlética hizo que Nastasic sembrara de inquietud la grada.
Así se estuvo hasta que Rodrigo De Paul lograra empatar la contienda momentos previos a que el colegiado Pulido Santana señalara la dirección a los vestuarios y pusiera fin a la primera parte. Hasta entonces, poco bueno que destacar del Atlético. Seguramente, porque le faltaba la magia de Antoine Griezmann, con un nivel algo inferior a lo que viene demostrando.
Pero para este Atleti, un poco de Antoine es mucho. Bastó que el francés se desperezara mínimamente para que golpeara un tirazo de zurda que blocó Rajcoviv. El rechace lo alcanzó de volea De Paul. Empate a uno y los dos equipos a la caseta.
PENALTI
Pero, antes de ese suceso final, ocurrió otro casi paranormal. De repente, pasó. Jornada 31 y, por fin, le pitaban al Atlético de Madrid un penalti a favor. Iba a dejar de ser el único equipo de LaLiga al que todavía no habían señalado pena máxima que le favoreciera. Llegó al Metropolitano un árbitro inédito hasta el momento para el Atleti y sucedió, Pulido Santana se llevó el silbato a la boca y pitó los 11 metros.
El milagro fue solo un espejismo. El VAR avisó al colegiado y, tras revisarlo, dio marcha atrás. No penalti. Faltaría más...
ÁLVARO MORATA
Al poco de arrancar el segundo entreacto, buen juego combinativo de los chicos de Simeone, jugada larga, que termina en centro lateral y golazo de cabeza de un Álvaro Morata elevándose más que nadie.
¿Qué hizo Morata para celebrar el gol? Pegar un pelotazo a la grada y gritar con rabia. En las imágenes que ofrecieron por televisión se le lee en los labios algún que otro taco, pero en absoluto insultó a la afición. Más bien se interpreta que Morata venía conviviendo las últimas semanas con un volcán personal interior porque las cosas no le estaban saliendo como él desearía. El gol provocó que ese volcán reprimido explosionara.
FELICIDAD FINAL
Con un Mallorca amenazando con aguarle la fiesta al Atlético siguió desarrollándose la segunda mitad, en un devenir de insistencias compartidas entre los del 'Cholo' y Javier Aguirre (ovacionado en su regreso a la que fue su casa).
No sería injusto decir que el Mallorca pudo haber empatado a dos, pero como se sostenía desde el comienzo, la exigencia de celebrar el 120º aniversario de la fundación del Atleti planteaba una dinámica inexcusable de victoria en el Metropolitano.
Así que cuando aún restaba casi un cuarto de hora para el final, Carrasco arranca desde su campo con pista libre por delante, se planta frente a Rajkovic y, en lugar de disparar sin más, eligió deleitar a la afición con un regate formidable que dejó sentado al portero del Mallorca y al jugador belga del Atlético metiéndose casi con la pelota en la portería a placer. 3-1 final y todos a festejar en un emotivo acto de homenaje poblado de leyendas de ayer y hoy del Atlético de Madrid, un equipo con 120 años de historia. Por otros 120 más. Como mínimo.
