viernes. 29.03.2024
Atlético de Madrid 2-2 Bayer 04

La Champions paga con la máxima crueldad el mal campeonato del Atleti

El Atlético de Madrid ha escrito un nuevo capítulo de una Leyenda Negra que aborrece tanto como la abraza de forma recurrente. Un final cruel no, el más cruel de los posibles finales dejó fuera de la Champions League al equipo de Simeone, que recibió un pago de mala suerte en correspondencia al mal campeonato realizado. En la última jornada se jugará con el Bayer Leverkusen el acceso a la Europa League.
Koke anima a sus compañeros al finalizar el partido / Foto: ATM
Koke anima a sus compañeros al finalizar el partido / Foto: ATM

Calificarlo de cruel se queda corto. Las esperanzas de mantenerse vivo en la competición ya se habían esfumado cuando en el minuto 95 el árbitro señalaba el final del encuentro. Antes de que el VAR advirtiera del penalti no pitado, ya se había asumido el destino fatal en las gradas del Metropolitano. En los minutos reglamentarios ya se pudo constatar cómo el Atlético se disparaba un tiro en el pie cada vez que igualaba el partido, como si viviera en la necesidad de ganarse el acceso a octavos caminando sobre el filo de una navaja; cómo si no sirviera simplemente con plasmar en el marcador el resultado de una evidente superioridad.

UN ÚLTIMO MINUTO DE INFARTO

Y casi lo consigue. Casi logra prolongar el suspense de la clasificación agarrado a la épica del último esfuerzo, de un último corner, de un salto, un escorzo y... una mano de esas que a veces sí, a veces no, todo depende. El árbitro señaló el final del partido pero el VAR dijo "tiempo". El monitor dio la oportunidad de resucitar, y en el campo y en la grada ya se compró el penalti de última hora como una victoria. Justo premio, bien pudo pensarse, a los merecimientos del Atlético en el campo. Justo castigo, bien pudo pensarse también, a los errores propios de este mismo encuentro, o los de los anteriores.

Porque para el Atleti un penalti a favor es un castigo que nadie sabe ejecutar, y el que se atreve paga con la frustración su atrevimiento. Lo pidió Carrasco o lo rechazó Griezmann (falló el último ante el Brujas), que ambas cosas son compatibles. Pero la crueldad no iba a cebarse sólo con el belga. Se cebó con todos los que se pusieron por delante. Carrasco disparó la pena máxima raso y sin ajustar. Un horrendo lanzamiento que desvió, agradecido, el cancerbero Hradecky. El balón rebotado llegó manso, volando, a la cabeza de Saúl, que lo alcanzó para mandarlo al travesaño. El rebote lo cazó Reinildo, que disparó raso evitando el vergel de piernas rivales, pero no la pierna amiga de Carrasco, que pasaba por ahí y, sin pretenderlo, desvió por encima de la portería un balón que iba inexorablemente dentro.

Lo dicho, un nuevo capítulo de la Leyenda Negra que recuerda a aquél partido de Champions ante el Ajax, en 1997, cuando Esnáider remató flojo un penalti sobre Kiko que detuvo Van der Sar y dejó al Atlético fuera de la competición. Un penalti que por algún motivo, Pantic decidió no tirar. Situaciones como aquella retrató con maestría Sabina con aquel "Qué manera de subir y bajar de las nubes ¡Qué viva mi Atleti de Madrid!", de su himno del Centenario. Una letra que había quedado vieja con la era triunfal de Simeone y que se acaba de actualizar en un instante.

SIMEONE CAMBIA LA DEFENSA

El epílogo del Atleti-Bayer no fue, en cualquier caso, sino el reflejo final de un despropósito de partido que cualquier equipo en sus cabales habría solventado sin mayores preocupaciones. Así lo hizo el Oporto, goleando al Brujas. Lo que le tocaba. Pero en el Metropolitano todo fue, digamos, paranormal desde el inicio. Comenzando por unas más que discutibles decisiones de Simeone.

Arrancó el Atleti con una disposición de 5 defensas que se creía olvidada con la mejora que había supuesto regresar al 4-4-2. En esa defensa de 5 no estaba Savic sino Hermoso. La consecuencia, casualidad o no, es que el Atlético volvió a mostrar la debilidad defensiva que se había corregido con la vuelta de Giménez y Savic al eje central. El Atlético salió bien, con determinación y con buenos movimientos en el último cuarto pero, como ocurriera tantas veces la pasada temporada en esta misma competición, cada pérdida, cada contraataque se convierte en un gol en contra. 

Así ocurrió en el minuto 8 cuando Griezmann perdió una pelota cerca del área rival y Diaby encontró el espacio a la carrera para batir a Oblak, con poca oposición de Hermoso. Reaccionó bien el Atleti en el 21', previo aviso de Correa, con un lanzamiento raso y ajustado al palo derecho de Carrasco. Con el empate parecía que el equipo hacía propósito de enmienda pero minutos después Correa se hizo un lío regateando cerca de la media luna del área de Oblak. Robó Amiri, que asistió a Hudson-Odoi para que batiera a Oblak.

Otra vez a remar el Atleti contra sí mismo, porque el Bayer no ponía apenas oposición al juego de los rojiblancos cuando éstos tenían la pelota. El Bayer demostró con creces el porqué de su antepenúltima posición en la liga alemana. 

EL ATLETI MEJORÓ EN LA SEGUNDA PARTE

Simeone tomó nota en el descanso y trató de arreglar el desaguisado que había montado retirando a Hermoso y a Correa, los señalados. Con Saúl y De Paul en el campo y Witsel retrasado a la defensa, el equipo ganó energía y temple para dedicarse al ataque. Mejoró notablemente el Atleti, volcado sobre la portería del Bayer. Así llegaron multitud de ocasiones de Griezmann, Saúl, Giménez, Carrasco... Sólo acertó De Paul con la portería en el 59' para volver a poner el empate en el marcador. Quedaba un mundo por jugar y el Bayer apenas oponía un endeble armazón defensivo lleno de grietas. 

Tanto se volcó el Atleti que un par de contras del Bayer pudieron aumentar la magnitud de la debacle. Con Giménez fundido o tocado compitiendo en baja velocidad con Witsel, sólo Oblak pudo evitar un desastre mayor. Pasaban los minutos y las fuerzas disminuían con progresión geométrica. En el banquillo Simeone se resistía a disparar su última bala: Joao Félix. Con el partido estancado y con la necesidad imperiosa de marcar, Joao veía pasar el tiempo en el banderín de corner donde calentaba. Incomprensiblemente, apenas tuvo diez minutos el único jugador que, por muy mal que esté, es capaz de generar algo nuevo, distinto, inesperado, aunque fuera una simple expectativa que levantara al público. 

Su salida llegó tarde pero el apretón final, con hasta Oblak en el área, dio el premio del penalti en el 99'. O mejor dicho, concedió el castigo de una última ilusión, de un último milagro que se tiró a ese particular cubo de la basura Atlético tan abarrotado de gestas inconclusas.Todavía puede ser peor. El Atlético de Madrid necesita ganar al Oporto para garantizarse la plaza de Europa League. Una competición que sabe a poco y que este año llega cargada de grandes equipos venidos a menos como Barcelona, Juventus y, desgraciadamente, el Atlético de Madrid.

La Champions paga con la máxima crueldad el mal campeonato del Atleti