Arrancó fresco e ilusionante los primeros minutos el Atlético de Madrid para saludar a los suyos en el primer partido de LaLiga en el Metropolitano. La afición rojiblanca tenía ganas de rentrée -casi 57.000 espectadores en mitad del puente de agosto- y aplaudía el entusiasmo inicial sobre el césped.
No se pudo pasar más allá, no obstante, de ese impulso primero. Llegados al primer cuarto, la tensión arriba se reblandeció con los rigores del verano (30 grados a las 22:00h) y el juego tanto del Atleti como del Granada se volvió tan espeso y pesado como la propia temperatura ambiente. Para colmo, Koke pidió el cambio de inmediato al sentir un pinchazo muscular, "pendiente de evolución", según las primeras estimaciones trasladadas por el club. Su testigo en la manija del '5' fue entregado a Pablo Barrios que, pese a un fallo grosero en los minutos finales del partido -pudo costarle el resultado a los rojiblancos si no llega a mediar parada salvadora de Jan Oblak-, se puede decir que cumplió con solvencia.
No es que el Atlético no quisiera, es que simplemente en condiciones normales el equipo estaría jugando en esta época del año durante las temporadas pasadas el Memorial Jesús Gil, en Soria, contra el Numancia. Cierto que también han comenzado ya el resto de competiciones europeas, pero las olas de calor que están castigando el sur del continente sulfuran con mayor inmisericordia LaLiga que La Premier, por citar sólo un caso.
COMENZAR GANANDO
Lo mejor -y lo único destacable- de los primeros 45 minutos fue que el Atleti comenzó marcando primero, y eso con frecuencia suele conducir también a comenzar ganando. A la postre, así fue.
Cuando los 22 jugadores sobre la hierba comenzaban más a mirar al vestuario que otra cosa, a falta de que el colegiado Pulido Santana (estuvo acertado durante el cómputo global, en líneas generales) decretara el final del primer tramo de partido, César Azpilicueta atrapó un balón por su perfil diestro a la altura del pico del área del Granada y centró hacia el punto de penalti.
No era una pelota especialmente peligrosa, pero el central del combinado andaluz, Vallejo, en lugar de despejar golpeando él al esférico, dejó que fuera el esférico quien lo golpeara a él, y regaló totalmente muerta la pelota a Álvaro Morata, que agradeció el presente fusilando sin mayor oposición al portero André Ferreira. 1-0 y a la caseta todos.
Y MEMPHIS COGIÓ SU FUSIL
El segundo tiempo arrancó como se desarrolló la mayor parte del primero, bastante plano y con el Atleti conservando su ventaja sin agobios ni estrecheces. Únicamente una pérdida de balón por parte de Yannick Carrasco -hasta ese momento, uno de los mejores del Atleti- posibilitó que el Granada pillara en salida al Atlético. A ello se sumó la falta de contundencia de Stefan Savic -lleva toda la pretemporada fuera de punto el montenegrino-, lo suficiente para que Samu anotara el empate a uno, sin que Oblak pudiera hacer nada para evitarlo.
Faltaban aún 30 minutos por delante -más el esperado alargue extenso- para que se intentara dar algún tipo de sacudida al asunto.
Esa sacudida llegó con la entrada de Memphis Depay. El neerlandés sigue enchufado con el gol y con la inspiración. Pero en esta ocasión no fue simplemente un gol, sino 'el gol' de la jornada y ya, cuando sólo se ha iniciado el campeonato, se presenta una candidatura firme para que, cuando finalice LaLiga, esté entre las 10 mejores dianas del año.
¿Quién iba a pensar que Memphis, a más de 30 metros de la portería del Granada, en una jugada si pena ni gloria, iba a agarrar la pelota y jugársela solo, sin encomendarse a nadie, para armar un chupinazo descomunal -de esos en los que el balón permanece en el aire sin girar- y se iba a colar por la misma esquina de la escuadra izquierda del portero del Granada? Nadie, no lo iba a pensar nadie. Sólo él lo imaginó.
La virulencia del disparo fue tal, que la pelota no sólo quitó las telarañas, es que además salió despedida desde dentro del marco de regreso al área, de tan brutal como fue el impacto con las redes de la portería.
Estas son las cosas de un jugador como Memphis Depay, que un día manda un penalti a lo 'Panenka' a las manos del portero, y al partido siguiente transforma su pierna derecha en una lanzadera de misiles tierra aire.
Siguió intentándolo el holandés y, aunque marró una oportunidad muy clara tras virguería en el lateral del área -con asistencia incluida- de Carrasco, levantó más de un aplauso en el Metropolitano.
Un Metropolitano que vio cómo se apuraba la noche futbolera con un tercer gol, ya en el descuento, de Marcos Llorente. Gol con premio doble, porque además de cerrar el marcador y certificar la victoria, hacía que la gente se marchara aún más feliz para casa, porque el Atleti inicia LaLiga como el primer líder del campeonato. Cierto que no vale para nada..., pero mejor comenzar arriba del todo y la sonrisa puesta, que en tierra de nadie y con el gesto torcido.
El único mal rollo vino por la pitada a Joao Félix cuando lo nombraron en el marcador. La afición ya no le perdona, sin que eso justifique los rechazables insultos hacia el chaval desde el fondo sur del estadio durante el calentamiento previo al encuentro.
