Para entender este partido, conviene comenzar por el final. Nada más anotar Marcos Llorente el 0-7, el balón llega en la siguiente jugada a Jan Oblak, que debe sacar de portería en el minuto 85, o lo que es lo mismo, restaban aún ocho minutos por disputarse (cinco, más los tres de descuento concedidos por Munuera Montero). Oblak otea el horizonte para decidir la mejor elección en el desplazamiento, pero Diego Simeone desde la banda ordena al portero esloveno y al resto del equipo que no se juegue más, por una cuestión de respeto al rival.
Ese gesto bienintencionado del 'Cholo' resume de forma bastante elocuente la aplastante superioridad y contundencia del Atlético de Madrid frente al Rayo Vallecano en este encuentro. De principio a fin y sin tener el Atleti que esforzarse tampoco demasiado. Por momentos, resultaba complicado distinguir lo observado en Vallecas de los intensos rondos que los rojiblancos disputan en los campos de entrenamiento del Cerro del Espino a diario, con el 'Profe' Ortega y Simeone exigiendo intensidad.
ARRASANDO DE INICIO
Ya ganaba 0-3 el Atlético cuando aún ni se había sobrepasado el primer cuarto de hora del partido. Antoine Griezmann y Memphis Depay hablando el mismo idioma. Una medular mordedora y sagaz, con Pablo Barrios haciendo de '5', Rodrigo de Paul en clave asistente y Saúl Ñíguez disputando los mejores minutos de fútbol en el Atleti desde que regresara de su exilio en el Chelsea. Eso bastó para que los chicos de Simeone pasaran por encima de un Rayo incapaz de respirar.
En el minuto 2, Griezmann comienzó el jolgorio, tras robo de pelota de Pablo Barrios, tempo pausado de Memphis hasta encontrar la mejor opción de pase a De Paul, que la puso medida para que el 'Principito' la cruzara rasa a gol al primer toque. 'Cholo-Taka' se ha venido en llamar a estar nueva versión del Atlético.
A partir de ahí, se regresó a la historia tradicional: permanecer replegados, robar en el medio campo y salir raudos a la contra para arrasar a los vallecanos en las dos mitades del encuentro.
A poco que el Atleti se lo proponía, los goles seguían cayendo con el mismo patrón de robo y ataque vertiginoso. Dos o tres toques a lo sumo colocaron sucesivamente a Depay, Nahuel Molina, Álvaro Morata (en dos ocasiones), Ángel Correa y al citado Llorente frente a Dimirievski, que tuvo que recoger la bola desde el fondo de la portería hasta en siete ocasiones.
DEPAY, LESIONADO
La única nota negativa de este festín de placidez rojiblanca la puso Depay. A los pocos minutos de construir el primer gol y marcar él mismo el segundo, se echó al descuidado césped de Vallecas y hubo de ser sustituido por Morata, aquejado de "molestias musculares pendientes de evaluación", según fuentes del Atlético. En un primer momento se temió rotura, pero el neerlandés se retiró por su propio pie andando, tocándose los isquiotibiales.
Salvada esa circunstancia, unida a la poca agradable situación de observar a veces el rostro hundido de Joao Félix en el fondo del banquillo, ajeno a todo y mirando a un punto perdido imaginario; más el nefasto partido de Carrasco (fue sustituido), lo cierto es que el Atlético de Madrid demostró este lunes en Vallecas que tiene equipo para pelear LaLiga a Real Madrid y Barça. Juega bien al fútbol y está siendo contundente donde no lo fue en el primer tramo de liga el año pasado, en las dos áreas.
Efectividad sobresaliente a la hora de atacar, intensidad en el robo y solidez en la defensa. El Atlético es el equipo más goleador de LaLiga: 10 goles a favor en tres partidos y sólo uno en contra.
