La felicidad ha invadido el Metropolitano. El Atlético de Madrid llegaba, para muchos, listo para sufrir una nueva derrota. La caída en Valencia y el drama de Roma hacían pensar que el Atlético volvería a ser víctima de sus propios errores. Sin embargo, Simeone volvió a sacar su caja de las sorpresas y planteó un partido donde el Real Madrid se vio impotente ante su rival.
Y es que muchos, y no sólo aficionados rivales, hoy estaban esperando una derrota para cerrar el ataúd. “Ciclo acabado”, se podía oír. "No hay físico”, argumentaban. Pero lo que se ha visto esta noche en el Metropolitano es ese Atlético de Madrid que emociona a los aficionados. Presión, fútbol, toque, goles, contragolpes… Todo ello convirtió al feudo rojiblanco en un típico cine de noche de verano donde los espectadores disfrutan de algunas de las mejores obras de la historia. Y es que sí, este muerto está muy vivo.
¿El partido? Un engaño. El Atlético mereció marcharse al descanso con varios goles de ventaja, habiendo doblegado a un Real Madrid que parecía invencible. Morata se transformó en ese 9 goleador, Griezmann fue el mago que todos esperaban, Samu Lino fue una pesadilla para Lucas y Nacho. Y luego está Koke, el capitán realizó una primera parte que demuestra por qué es fundamental en el Atlético. Y es que sí, a pesar de lo que muchos quieren desde hace años, este muerto está más vivo que nunca.