No importa que el Celtic de Glasgow tuviera que jugar con diez durante una hora de partido por justa expulsión de Daizen Maeda que, aunque sin intención, pudo haberle tronchado la pierna a Mario Hermoso.
No importa, porque para cuando eso sucedió, el Atlético de Madrid no sólo iba ya por delante en el marcador (1-0) sino que los rojiblancos volaban en el Metropolitano, dominando todos los aspectos de un fútbol plástico, vertical, vertiginoso, brillante.
RODRIGO RIQUELME
Con permiso de Antoine Griezmann, mención especial durante toda la primera parte para Rodrigo Riquelme. ¡Qué partidazo se marcó el canterano del Atleti!
Está claro que cuando el Atlético juega más al ataque, 'Roro' brilla con la luz propia que su calidad, velocidad y desborde le permiten. Hizo lo que le dio la gana por todo el carril izquierdo, incluso fabricar el 1-0 de Griezmann, generar otras tres oportunidades muy claras en 20 minutos y encajonar a media defensa del Celtic.
No se frenó Riquelme, fabricando fútbol con Monsieur Grizzi para dar y regalar en una dupla combinativa -muy bien secundados por Ángel Correa y Álvaro Morata- que generaba felicidad en las gradas rojiblancas Este deporte resulta realmente chulo cuando gente como Riquelme y Griezmann se exponen sin rubor y conexión sobre el césped.
ENTRE LOS MEJORES DEL MUNDO
Antoine Griezmann ha vuelto a estar de nuevo entre los cuatro o cinco mejores jugadores del mundo. A sus 32 años, el de Mâcon ya no tiene la punta de velocidad en las piernas que atesoraba con 25 años, pero bendito sea el paso de los años si el resultado es la fabulosa plenitud que un partido sí y el otro también expresa Griezmann con su cerebro, su guante izquierdo en el pie "del lado del corazón" y sus ademanes de bailarín clásico porteño.
Frente al Celtic fue una verdadera delicia verlo jugar. Anotó dos golazos -el segundo a medio camino entre la tijera y la chilena cuesta cansarse de verlo repetido-, pero además, todo lo que hizo albergó un sentido de la plasticidad y la inteligencia tales, que provoca esa engañosa sensación de que jugar bien al fútbol es algo muy fácil, especialmente, para quienes nunca dispusimos de la virtud del balón y siempre fuimos malos jugando a la pelota.
Cuando Simeone decidió en el minuto 20 de la segunda parte cambiar al francés y a Riquelme con el partido totalmente decidido ya, fue únicamente para que el Metropolitano rindiera tributo al disfrute que durante más de una hora ambos futbolistas habían brindado a su afición. Así sucedió. Tan perfecto todo, que hasta la grada cantó a Griezmann por vez primera desde la parafernalia de 'La Decisión', mientras el galo se besaba el escudo. Todo el Atlético de Madrid se alegra del retorno de esa comunión.
SET DE GOLAZOS
El resultado final pudo ser aún más abultado. El Atleti no levantó nunca el pie del acelerador. Y vaya set de golazos: los dos espléndidos de Griezmann, dos de Morata (el segundo de verdadero tronío, con un zurdazo -su pierna ¿mala?- desde el borde del área a la escuadra; otro tremendo de Samuel Lino -a lo 'Tití' Henry- nada más tocar la primera pelota; y un último de Saúl Ñíguez, en las postrimerías del encuentro.
Una noche disfrutona y feliz para el Atlético, una pesadilla para el Celtic de Glasgow, que no sólo quedó eliminado de la Champions y de las opciones de Europa League, sino que su afición demostró falso lo que cantan como himno, You´ll never walk alone: la inmensa mayoría de los más de 4.000 seguidores que acudieron al Metropolitano abandonaron el estadio -y así, a su equipo- cuando faltaba aún media hora para terminar el encuentro.
