sábado. 27.04.2024
ATLÉTICO MADRID 4 - 2 REAL MADRID

La revancha llega al Metropolitano

Nada más finalizar la eliminatoria de la Supercopa de España, Koke Resurrección salió a realizar una declaración ante la prensa llamando a "la revancha" en el Metropolitano en la Copa del Rey. Y esa revancha llegó, con el propio capitán como uno de los más destacados en el partido, goles de fallos impropios, golazos -a cargo de Griezmann- y Diego Simeone entendiendo mejor que nadie lo que había que hacer.
Los jugadores del Atleti, felices / Foto: ATM
Los jugadores del Atleti, felices / Foto: ATM

El Atlético de Madrid volvió a demostrar por segunda vez esta temporada que, a día de hoy, es el único antídoto que funciona contra el Real Madrid. Solamente este Atleti, al menos en el Metropolitano, ha sido capaz de vencer a los blancos.

Hace una semana en Riad, la capital de Arabia Saudí, los rojiblancos salieron derrotados, pero lejos de amilanarse, el capitán Koke se fue a la banda nada más finalizar la eliminatoria de la Supercopa de España y allí hizo un llamamiento ante las cámaras de televisión para que la gente del Metropolitano -más de 67.000 espectadores- llenara el estadio y se conjurara para acometer "una revancha".

La vendetta llegó en un enfrentamiento que, sin destilar calidad excelsa a raudales, fue un verdadero partidazo de Copa del Rey. De esos que, en tiempos de Twitch, e-fútbol, videojuegos e inteligencia artificial, recuerdan que este maravilloso deporte llamado fútbol ha sido, es y será de las pocas pócimas mágicas capaces de seguir emocionando hasta a quien no le gusta el fútbol.

PORTEROS Y DEFENSAS

Y eso que la eliminatoria parecía empeñada en querer que se decidiera en favor de quien más fallos de su portero acumulara y de quien más regalos de sus defensas realizara al rival.

El Atleti, que se mantuvo buena parte del primer acto ignorando casi por completo la banda derecha -Marcos Llorente era un mero espectador, porque sus compañeros volcaban todo el juego hacia e carril izquierdo de Samu Lino- golpeó primero precisamente con una jugada que contradecía esta tendencia sostenida.

Prácticamente la primera vez que el balón conseguía sostenerse en los dominios de Llorente, fue centrado al área del Madrid, salió desviado por Antoine Griezmann, Rüdiger la despeja hacia su propia portería y ahí llegó Lino para aprovechar el semi regalo blanco, anotando el 1-0.

Para entonces, Jan Oblak ya había realizado los dos paradones salvadores del partido, pero a renglón seguido cometió la que posiblemente haya sido la cantada más grosera del esloveno desde que llegó al Atlético de Madrid, marcándose un autogol a la salida de un balón cruzado por alto. 1-1 y al descanso.

RESURRECCIÓN ROJIBLANCA

La segunda mitad arrancó con una terrible sensación de que los jugadores del Madrid eran aviones y los del Atlético agotados jamelgos. Cada disputa era perdida por los rojiblancos, a los que se les notaba con dos marchas menos que a los madridistas.

Pero el portero merengue Lunin no estaba dispuesto a dejar que Oblak fuera el único que 'cantara'. Misma portería que antes el esloveno -y en jugada muy parecida-, el arquero ucraniano del Madrid falló de forma ostentosa por bajo, de nuevo Rüdiger colaboró en el error flagrante y ahí estuvo Álvaro Morata para de nuevo agradecer el presente y colocar el 2-1.

El gol fue mano de santo para el Atlético. Lo que unos instantes antes era el dibujo de una escuadra en la que únicamente se mostraban capaces de ofrecer vigor unos portentoso Rodrigo de Paul y Samu Lino -con Koke y Axel Witsel aportando una master class de inteligencia y capacidad de entender el fútbol-, tras el nuevo tanto el equipo se recuperó como si le hubieran echado combustible súper.

Claro que aún quedaba otro de los errores a que nos tiene habituados este año la defensa del Atleti. 'Joselu' lo supo agradecer para enviar la eliminatoria a la prórroga.

SIMEONE Y GRIEZMANN

Con la prórroga, se pudieron observar dos fenómenos. El primero constató que Diego Simeone sabía lo que estaba haciendo. Tenía el partido en la cabeza y, a poco que se siguieran dando los goles, confiaba en de nuevo 'vacunar' al Madrid con el antídoto rojiblanco. la apuesta era arriesgada, a todo o nada: no hacer cambios hasta la prórroga y ahí colocarlo todo a una ficha, la de meter a todos los refrescos casi de tacada para que el oxígeno nuevo marcara la diferencia en el tiempo añadido. Funcionó. Vaya si funcionó...

Los goles llegaron. Griezmann estuvo casi todo el partido inoperante, desconocido, agotado. Lo cierto es que, visto lo sucedido, alguien podría pensar que el francés es inteligente y tiene clase hasta para saber que, a falta de fuerzas, lo mejor es reservar sólo una bala y gastarla en el momento justo.

Qué bala... Más que de plata, de oro. Grizzi se midió en velocidad con Vinicios (sorpresivamente el brasileño actuó en defensa), se le marchó con una jugada de esas de bailarín clásico que el francés ofrece y, de zurda, la clavó en la escuadra opuesta. Una obra de arte, que Griezmann celebró quitándose la camiseta, depositándola con mimo sobre el césped, arrodillándose ante ella y besando las rayas rojas y blancas.

El punto y final a este maravilloso duelo lo puso Rodrigo Riquelme, que anotó el definitivo 4-2 tras pase de un desesperantemente indolente hasta ese instante Memphis Depay. Delirio de la hinchada, locura de un 'Cholo' enorme y, tal y como vaticinó el mejor Koke de esta temporada, revancha consumada en el Metropolitano.

La revancha llega al Metropolitano